Un ángel caído
"No puede ser así, pensó enloquecido. El héroe llega siempre a tiempo. En el momento justo, pero a tiempo. Por los pelos, pero a tiempo. Aunque lo más probable era que el momento de llegar a tiempo hubiera pasado hacía cinco minutos. Y yo no soy un héroe. No estoy en forma, y necesito una copa, y necesito una paga de cien dólares más al mes sin extra para plumas. Ésa no es la paga de un héroe. El héroe se lleva reinos y princesas, y hace ejercicio a menudo, y cuando sonrie la luz arranca destellos de sus dientes, ting. El muy hijo de puta."
¡Guardias! ¿Guardias?, de Terry Pratchett
Samuel Vimes, capitán de la Guardia nocturna, necesita estar borracho porque ha nacido con dos copas de menos. Nunca ha tenido éxito, y tal vez nunca lo tenga. Es uno de esos seres predestinados al destierro de la alegría. He conocido a más como él; la gente les llama fracasados, pero eso no es cierto. El fracaso es otra cosa. Los que son como el capitán Vimes, tienen la valentía de mirar a los ojos de la condena, a diario, sin plantearse otra opción excepto seguir caminando. Nunca se rinden, aunque no tengan nada que perder, porque han perdido hasta el orgullo. Y continúan; Vimes continúa, pese a tener que luchar contra su propia consciencia porque a veces estar sobrio implica estar demasiado sobrio.
Los héroes perfectos, para quien los quiera. Yo me quedo con el capitán y una sonrisa siempre a medias, amarga, borrosa tras la penúltima copa... Las copas siempre son penúltimas con él. Y me quedo con el murmullo lejano que me recuerda que debería avisar a alguien, aunque todavía no sé a quien, de que se le ha caído un ángel.