29.6.05

La presencia

Huele a coco y canela


El mismo trayecto monótono cada día, hasta rozar la desesperación. Lucas estaba atrapado en su rutina y finalmente pereció en la ausencia de un tiempo muerto. Sus ojos se apagaron… ¿Qué ocurrió entre tanto? Tal vez nunca lo recuerde.
Todas las noches de viernes, todas las noches de sábado… Casi todas las noches terminaban del mismo modo tras horas de silencios saturados de palabras sin sentido. Eso debe ser la amistad después de todo: vasos de cerveza vaciándose sátiramente sobre la mesa; cartones de tabaco ausentes.
Y en la época del cambio el mismo trayecto monótono cada día… Lucas sólo percibió al comienzo una mirada ajena que no supo identificar. Lo observaba, sí. ¿Desde dónde? Tal vez nunca lo sepa. Después empezó a distinguir el olor: mezcla de coco y canela, fresco y dulce; amargo como la vida en su estado más puro. Pero Lucas nunca giró la cabeza, ni una sola vez, porque ya se había acostumbrado a no hacerlo.
El mismo asiento de siempre, día tras día; la misma pintada adolescente sobre el cenicero: "Tonto el que lo lea". Chiquilladas… Lucas leía aquello a diario y había dejado de dolerle la punzada en el orgullo. Parte también ya del estado decadente en el que moraba.
Sentirse observado dejó de ser extraño para alguien que no sabía lo que era sentir. Sumergirse en aquel olor tampoco resultaba novedoso. ¿Qué ocurrió entre tanto? Tal vez nunca lo recuerde. Como olvidó también haberse acostado con una diosa.
Puede que entonces sí, por un breve instante tan sólo, le rozase la sorpresa. Supo lo que era el desconcierto, pero no duró mucho.
Allí estaba ella, desnuda y dormida sobre el colchón. ¿Cómo había llegado hasta allí? Puede que ése sea el encanto del alcohol: no borra, sino que fulmina los recuerdos. Lucas apenas se descuidó un instante, cerrando los ojos a causa de la luz, y ella desapareció. ¿Tal vez un sueño? Pero en el cuarto aún olía a coco y a canela.
¿En cuántas ocasiones se repitió? ¿Tres, tal vez cuatro? Hasta que también ella fue cotidiana y Lucas dejó de hacerse preguntas. Simplemente cerraba los ojos cada mañana y ella desaparecía otra vez. Nunca preguntó su nombre, nunca escuchó su voz, nunca intentó adivinar el color de sus ojos. Y, sobre todo, nunca giró la cabeza al notar su mirada penetrante desde el asiento de atrás.
Olía a coco y a canela. Y la sentía respirar, tan cerca...
La rutina es a veces el aliento de la vida, hasta la desesperación.

9 Comments:

At 11:07 a. m., Blogger Ojos_verdes said...

yo si que llevo desesperacion que no va mi blog. ARGG. Buenos dias :)

 
At 11:15 a. m., Blogger Brianda said...

Buenos días. :)
Sip, ya me había dado cuenta del detalle. No va ninguno de bitácoras

 
At 2:48 p. m., Blogger fj said...

me ha encantao el texto, es una bonita mezcla de sensaciones agridulces y pensamientos a medio camino entre la reflexión y lo inmediato.


nota mental:"cuando no encuentres las palabras para describir lo q sientes al leer una historia así, cita a otros"

(pd: y la próxima vez dilo en voz baja...) :P

 
At 4:43 p. m., Blogger Brianda said...

David, ¿de veras te parabas dos minutos al día a observar la catedral? Vaya... Eso tiene mucho mérito. Lo bueno de vivir en Coruña es que lo más bonito que hay es el mar (y su inseparable Torre de Hércules) y, aunque esté ahí a diario, nunca me canso de mirarlo (y de admirarlo) :)

fj, todos citamos a otros en muchas ocasiones. De hecho, la mitad de las cosas que decimos las hemos oído antes por ahí. Puede que incluso lo que escribimos (como este relato) sea un compendio de cosas que han dicho o han vivido otros.
(pd: yo tb debería haberme callado esto último XD)

 
At 6:53 p. m., Blogger Vicente Torres said...

Vasos de cerveza vaciándose sátiramente...
No se me había ocurrido eso.

 
At 7:42 p. m., Blogger fj said...

lo mejor es q escribí lo de citar a otros antes de ocurrírseme decir lo anterior a la nota, jajaja :P

(yo tampoco debería haber dicho esto??) :P

 
At 12:54 a. m., Anonymous Anónimo said...

Te ha quedado precioso :)

Pero qué pena da el protagonista. Parece que la vida pasa por él en vez de que él pase por la vida. Esperemos que lo de Lucas sólo sea una racha, porque si no algún día lamentará haber dejado escapar ese cálido olor a coco y a canela.

Biquiños

 
At 11:10 a. m., Blogger Brianda said...

Vicente, tal vez sea un poco limitado decir eso; en mi opinión amigos son los que comparten los momentos en los que esas cervezas se van vaciando...

FJ, tal vez debamos fingir que ninguno de esos comentarios existe XD

Aleks, gracias, por el comentario y la visita.

Inchina, yo creo que si ya está muerto, de algún modo, nunca será consciente de ese olor. O sí, ¿quién sabe? La vida, de simple que puede ser, resulta tremendamente complicada.

 
At 6:31 a. m., Blogger David Saä V. Estornell said...

Como me has reconfortado.


Me drenas.

 

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